Alicia salió un día de su casa con dirección opuesta.
Caminando en diagonal llegó rápido a la casa de Ernesto, su vecino, tocó tres veces.
-Pasa Alicia ¿A qué has venido el día de Hoy?
O.K. veo que no lo sabes. Quisiera, yo, hacerte unas preguntas. ¿Estás dispuesta a cooperar?
Alicia sólo se fue, salió arrepentida y con las manos en los ojos. De veras era una pena ver que algo la entristecía, detestable verla llorar, (las cosas no andaban bien... dolor...
-Alicia caminó al parque y en su camino encontró objetos raros, como un reloj de esfera con manecillas que giraban sin sentido aparente, una moneda sin grabado (con gran naturalidad creyó que era una moneda aún sin tener tallado, por alguna razón(¿?)), ambos tirados en el pavimento.
Llegó al parque y se sentó en una banca cualquiera con mira al poniente. Ella al parecer no sabía que pensar, pensaba nada. Profundizando: no sabía que esperar y estaba en su espera, después ya pensaría. Una actitud que sólo se puede ver en mujeres, es de su carácter intrínseco actuar en expectativa y aceptación para con el mundo.
Así es que ella sólo se veía ahí tan simple con su suéter gris cocido a rayas verticales; su falda hasta las rodillas, de cuadros rojos y negros parecida a uniforme escolar; tenis clásicos de caminata blancos con interior y bordes superiores gris, bajitos, sencillos y casi graciosos. Calcetas blancas pero demasiado bonitas para ser del uniforme, suaves, de puro algodón sedoso; pulsera de medianas esferas irregulares verde oscuro en muñeca derecha
Sola, sola y sola estaba sentada de cualquier manera. El parque estaba desierto. Parque de lo más común. Cielo azul por un lado y gris por el otro, y de suerte de ese otro estaba el sol.
El sol bajó, las nubes se fueron. El sol bajó más, atardecer amarillo.
El sol se estaba poniendo, Alicia sentía que si nada pasaba para cuando llegara la oscuridad... no sabía que iba a pasar, tanto lo sentía que hasta lo pensó. Se había convertido en un ser triste. Había una exaltación en su interior.
El atardecer se ponía rojo, muy vivo. Era el exceso de ansiedad grandiosa, viva, finísima, súper perceptiva, el rojo de sus sentidos, todo listo...
Llegó la oscuridad.
...¡Nada en que gastarlo!
Pobre Alicia ¿Qué habrá sentido por tal abandonó de los hechos hacia su persona? ¡Cualquier cosa que le habría tomado hubiese sido genial, ella lo hubiese comprendido todo, color por color, sentimiento por palabra, cada intención; todo exactamente! Pero no, nada. ¿Qué sintió? Nada, tal vez un poco de vacío cual sólo percibiría una gran mirada de ojos parecidos a ella. Ella actúa conforme al mundo, ella espera, es un encanto quererla.
Que rara situación en la que había caído. Debió ser el efecto hipnótico del sol cayendo lentamente, quitándose lentamente el vacío de las nubes; sin nada más que pensar.
Pasó por su mente el presentimiento de que iba a recordar la tarde del sol toda su vida (el resto).
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